domingo, 21 de septiembre de 2014

Capítulo 9: La pista de Ana

Capítulo 9: La pista de Ana

Raquel, Pablo y Sandra continuaron andando hasta que llegaron a la puerta. Sandra se sacó ese pendiente con forma de F y abrió la roca.

Raquel encendió su linterna y comenzó a bajar las escaleras. Pablo y Sandra la siguieron.

Era un túnel muy oscuro. Parecía como si tuviese cientos de años. Al rato…

-Mirad-dijo Sandra señalando a la pared-, sangre.

-¿Será de Ana?-dijo Raquel.

Raquel no puedo soportar lo que tuvo que pasar Ana, y abrazó a Pablo mientras unas lágrimas caían por su cara. En ese momento miró a Pablo y recordó lo que le había dicho la noche en la que murió Ana.

Cuando fue a besarle un golpe sonó: alguien había cerrado la puerta del túnel.

-¿Y ahora qué hacemos?-dijo Sandra.

-¡Hacia delante!-dijo Pablo-, ¡corred!

Los tres comenzaron a correr antes de que, lo que los había encerrado los matase.

Tania entró en casa. Se sentó en el sillón del salón. Enrique estaba durmiendo. Ella no sabía lo que estaba haciendo. ¿Qué hacia tonteando con Andrés teniendo una familia? Algo sentía que jamás había sentido.

Sandra se paró.

-Creo que ya no nos siguen-dijo Pablo.

-¿Qué es esto?-dijo Raquel.

Los tres se quedaron observando una especie de escrito que había en la pared: “se llamaba Ni…”. No ponía nada más.

-¿Se llamaba “Ni”?-dijo Pablo-, ¿Qué significa?

-Creo que se refiere a alguien-dijo Raquel-, a una persona.

En ese momento volvieron a oír el mismo ruido. Los tres volvieron a correr de nuevo. Llegaron a unas nuevas escaleras que subieron hasta que llegaron a una trampilla que abrieron y salieron.

-¿Dónde estamos?-dijo Pablo.

Los tres se hallaban en una habitación parecida a una buhardilla. De repente alguien se acercó.

Los tres se dieron la vuelta. Una persona encapuchada se dirigía hacia ellos. Pablo le asentó un puñetazo que hizo que cayese al suelo.

-Veo que ya sabéis defenderos-dijo una voz familiar.

-¿Toni?-dijo Raquel.

José no podía dormir esa noche. Encendió la lamparilla de su mesilla y abrió el cajón para volver a ver la pulsera que le habían regalado. La pulsera tenía un extraño símbolo: un clavo enorme partido por la mitad.

-¿Eres tú Toni?-dijo Sandra.

En ese momento aquella persona se levantó y se quitó la capucha: era Toni.
Sandra y Raquel le abrazaron de inmediato y Pablo le sonrió.

-¿Dónde estabas?-dijo Raquel.

-Aquí escondido-dijo Toni-, nadie vive aquí así que creo que es un buen sitio para esconderme.

-¿Esconderte de qué?-dijo Sandra.

-Del asesino-dijo Toni-, del que ha matado a aquel niño del pueblo.

-Y también a…-dijo Raquel pero paró. Vio en la cara de Toni que no sabía nada de la muerte de Ana.

-¿Qué ha pasado?-dijo Toni.

-Hace tres días-dijo Raquel-, encontraron el cadáver de Ana.

En ese momento el rostro de Toni se quedó paralizado. Era imposible que Ana hubiese muerto. En ese momento rompió a llorar.

-Me dio una pista-dijo Raquel sacándose la pegatina.


-Es el símbolo-dijo Toni-, el símbolo de quién está detrás de todo esto. Y creo que sé de alguien que puede estar ayudando al asesino o que es el asesino.



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